18 marzo 2007

la biblia en pedazos

"Y es que en aquellos tiempos yo estaba ciegamente persuadido de que gracias a algún milagro, a alguna circunstancia externa, todas mis dificultades desaparecerían, caerían las murallas y dejarían al descubierto, al fin, un vasto campo de acción, de acción útil y bella y, sobre todo, dispuesta a que se cumpliese (yo no sabía en qué podía consistir tal acción, pero lo principal para mí era que estuviese enteramente dispuesta para su cumplimiento). Entonces, yo aparecía de pronto a la luz del día y me creía a lomos de un caballo blanco, con una corona de laurel en la frente. Ni me pasaba por la imaginación la posibilidad de desempeñar un papel secundario y, probablemente por eso, admitía en la realidad, con resignación, el último papel. O héroe o insignificante ser envuelto en lodo: no había término medio para mí. Esto era lo que me perdía; pues, desde el cieno, me consolaba soñando que en otros instantes yo era un héroe, y este héroe podía revolverse en el barro sin temer por su prestigio. El hombre corriente ha de evitar caer en el lodo; pero el héroe está situado a tal altura, que jamás podrá ensuciarse completamente. Por lo tanto, yo puedo revolcarme en el cieno."


Memorias del subsuelo [ Fedor Dostoyevski ]

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es que los heroes no son los que triunfan, eso es una falacia. El heroe es el hombre que hace, se mancha, se cae y se levanta. No teme al fracaso, porque en el fondo ya comprendió, que la vida está liada con el fracaso.

besicos tio

Elías dijo...

Creo que lo que refleja Dostoyevski es esa necesidad por parte de un ser, a mi juicio frustrado, de recoger la esencia que le da a ese otro hombre, más estable anímicamente que él, la tranquilidad de sentirse en armonía con todo y cuanto le rodea.
Por una parte, sabe que es una tranquilidad inconsciente, pero por eso mismo la anhela desde el punto de vista de un sufridor que desea despojarse de este daño, creo yo, sólamente de forma temporal.